Qué difícil es separarnos a veces de nuestro mejor amigo peludo y con patas. Y no me refiero a ese que se pone “hasta las patas” cada vez que salís de fiesta. Desde hace unos años, incluir a nuestra mascota en nuestra rutina fitness es una tendencia al alza. Cada vez son más las personas que se apuntan a correr o a pesar con su perro y que encuentra en su compañía un aliciente más para hacer deporte.

Pues bien, una de estas nuevas prácticas que pretende poner patas arriba (nunca mejor dicho) una de las disciplinas cuerpo-mente más extendidas a nivel internacional es el llamado Doga. Y no, tu intuición no te falla. El término viene de la unión de las palabras ‘Dog’ (perro en inglés) y yoga.

¿En qué consiste?

El doga es una práctica que busca lograr una mayor conexión y un apego positivo con nuestra mascota. Muy importante matizar (aunque parezca obvio) que solo debe realizarse entre dueño y perro. No vale con coger al perro del vecino. Aclarado este punto, prosigamos. ¿Y cómo se consigue ese nexo? A través del entrenamiento del can, la meditación, estiramientos y masajes realizados a este y en ocasiones también con la ayuda de acupuntura canina e incluso canto.

Dos tipos de doga: el perro como objeto o como compañero

Dentro de esta disciplina nos encontramos dos filosofías dependiendo del papel que juega nuestra mascota. En la primera (proveniente de Estados Unidos), el perro se ve más como un objeto con el que llevar a cabo la práctica de yoga, mientras que en la segunda (nacida en Canadá), el animal se percibe como un compañero de rutina.

La diferencia estaría en que mientras en la propuesta americana el perro se utiliza como un accesorio o instrumento con el que el dueño perfecciona y logra sus asanas (posiciones corporales), la propuesta canadiense enfoca más la atención en el can trabajando con él como si de una sola unidad se tratase.

Es decir, en el segundo se intenta establecer una conexión más profunda y espiritual con nuestra mascota. Es por eso que este es el más extendido. Aunque bien es cierto que visualmente, solo un experto sabría decir cuál de los dos se está practicando.

En esta segunda filosofía de doga (que es la más extendida), las posiciones se realizan simultáneamente intentando que el perro las imite. Aunque, por supuesto, se adaptan a sus necesidades y limitaciones. Así pues, las asanas se suceden en una especie de coreografía sincronizada. Poco a poco, la confianza entre dueño y perro irá creciendo y eso facilitará el entrenamiento, el control de los impulsos por parte del animal y la relajación y meditación de ambos. Y es que la versión canadiense del doga busca, por encima de todas las cosas, el aprendizaje social a través de la imitación y la cognición.

¿Qué beneficios tiene?

Buena pregunta. Según los entrenadores y adeptos a esta práctica, el doga tiene multitud de ventajas. En cuanto a los dueños, estos aprenden a relajarse, a construir un mejor vínculo emocional con su mascota, a controlar los impulsos de sus canes y a estimular la paciencia y el sentido del humor ya que ver a tu mascota practicando yoga te hará reír. (Solo de pensarlo ya es difícil no esbozar una sonrisa de “pero qué monada si está haciendo cosas de humanos”).

En cuanto al perro, según los expertos puede resultar muy útil para canes que tienen alguna enfermedad crónica (sobre todo a nivel muscular) o presentan algún trastorno emocional. Otro de los beneficios es que les ayuda a controlar su peso.

No exento de críticas

Pero como no todo podía ser felicidad, el doga no cuenta con la aprobación de parte de la comunidad yogi. ¿El motivo? Esta variante trivializa, según sus detractores, la práctica sagrada convirtiéndola en una moda. Además, aseguran que los perros interfieren en la concentración y en la relajación de los yogis ya que no están debidamente capacitados para cooperar.

Desde la organización benéfica británica ‘Dog Trust’ también se alerta de que realizaron doga sin supervisión podría afectar al bienestar de los perros: “Ellos no pueden decirnos cuando están cansados o cuando algo les cuesta. Por eso debemos practicar doga siempre bajo la supervisión de profesionales.