Ni muy flaco, ni abrumadoramente carnoso.  Voluminoso pero sin caer en lo grotesco. Alto, muy alto, desafiante a las leyes de la Gravedad. Y, a ser posible, con forma de corazón.

Si el genio de la lámpara maravillosa nos hiciera realidad el sueño de tener un culo perfecto sería, más o menos, así. Pero como el genio ni está, ni se le espera, más nos vale ponernos las pilas y sacar el máximo partido a la materia prima que nuestra genética nos ha brindado.

Con realismo, sin dramas y, sobre todo, quitándonos de la cabeza la hermosa idea que esa crema tan cara nos va a esculpir las tersísimas nalgas que luce la modelo del anuncio, mientras dormimos. ¿Cómo? Vayamos por partes…

1.- Los glúteos son el mayor músculo de nuestro cuerpo y constan de tres partes: mayor, mediano y menor. Aunque, por las funciones de sostén que desempeñan en nuestra anatomía deberíamos prestarles una atención especial y trabajar su fortalecimiento, apenas nos ocupamos de él más allá de la mera preocupación estética.

Es más, les condenamos a una vida sedentaria más propia de una seta del bosque que de un ser vivo ‘diseñado’ para estar en movimiento.

2.- Las sentadillas son el ejercicio estrella para aquellas personas que quieran tonificarlo de una forma sencilla, efectiva y sin posturitas imposibles. Puede hacerse en cualquier sitio. Hasta en el cuarto de baño del trabajo.

El secreto radica, como siempre, en cuidar al máximo la técnica. Cuatro pinceladas: coloca tus pies en paralelo a la misma distancia que tienes entre hombro y hombro;  alarga los brazos por delante de tu cabeza y entrelaza los dedos de tus manos.

Pega la barbilla al cuello, bajando la cabeza para mantener la espalda recta y flexiona las rodillas sin que éstas supermen jamás la punta de tus pies. Suena complicado pero es mucho más sencillo de lo que parece.

3.- Tumbada boca arriba con la espalda completamente pegada al suelo, bascula tu pelvis para elevarla y aprieta tus glúteos al llegar arriba. Para trabajar más intensamente, coloca una pelota entre las rodillas para trabajar también el abductor.

Si tienes niños pequeños, siéntalos sobre tu vientre y utilízalos de contrapeso para hacer más dura la subida. ¡Ellos se lo pasarán bomba y te dejarán entrenar!

4. De pie, colócate una goma alrededor de tus tobillos. Flexiona ligeramente las rodillas y extiende una de las piernas hacia afuera mientras la otra permanece fija. Luego, hacia atrás, apretando el glúteo. Repite el ejercicio con la otra pierna. La resistencia que ejerce la goma hace que el trabajo sea muy intenso.

5.- Camina de puntillas por tu casa, apretando los glúteos. Aunque parezca una tontería,  todo suma, y minuto a minuto también se construye un trasero de acero.

6. Aprovecha cualquier momento para contraer tus glúteos durante unos segundos y volver a relajarlos. El metro, en el autobús, en el parque… Un jersey anudado a la cintura te protegerá de miradas indeseadas y podrás trabajar tus nalgas a todas horas.

7. Si te va la caña, prueba con los mountain climbers, el ejercicio más eficaz para elevar y dar esplendor a tu trasero mientras tonificas tu tren superior. ¡No se puede pedir más! ¿Cómo se hacen? Colócate en plancha como si fueras a hacer una flexión y lleva tus rodillas, primero una y luego la otra, hacia el pecho como si quisieras correr en el sitio.