Es una imagen más que típica de las películas americanas: siempre hay un niño regordete dentro de la pandilla con el que todos se meten, marginan e incluso impiden ligar con la chica guapa del film. Al final, gracias a esos finales felices de Hollywood, o bien el niño adelgaza y triunfa en la vida o, lo que sería más lógico, se dan cuenta de que, aunque esté con sobrepeso, es como uno más.
Esta escena película, por desgracia, no es nada fuera de lo común dentro de la sociedad infantil, y ha sido demostrado por la sociedad americana Pediatrics, que analizó el comportamiento de 114 niños de entre 9 y 11 años en el área de Chapel Hill, en Carolina del Norte.
Para demostrar que, efectivamente, los niños con sobrepeso sufrían más acoso escolar que aquellos que estaban más ‘fit’, los investigadores les realizaron un test fractal. Este tipo de prueba consistió en que los niños tenían que ver, durante 350 milisegundos, fotografías de otros niños con diferentes pesos.
Al finalizar la presentación, los investigadores les mostraban una imagen fractal, sin sentido alguno, y los niños tenían que definir si esa imagen era “buena” o “mala”.
El resultado fue una diferencia de un 5,4% entre aquellos que dijeron que la imagen era “buena” cuando habían visto a niños sin sobrepeso respecto a los que habían dicho que era “mala” cuando habían visto a niños con sobrepeso.
No solo este estudio demuestra esta percepción que ya se tenía desde prácticamente siempre. Otro análisis, realizado en 2003 y publicado en la revista Obesity, estudió la manera en la que los niños de quinto y sexto de primaria de un colegio público de Estados Unidos ordenaban, por orden de preferencia en cuanto a una amistad potencial, una serie de tarjetas.
En estas tarjetas estaban dibujadas, de una manera poco perceptible al ojo humano pero sí para el subconsciente, las siluetas de niños con distintos pesos. El resultado fue que la mayoría de los participantes ordenaron las tarjetas del más flaco al más gordo, por lo que también quedó demostrado esa preferencia.
Estos dos estudios demuestran que, efectivamente, en el caso de los niños con sobrepeso se crea un estigma y el resto de niños, que no tienen sobrepeso, son más propensos a irse con nuevos amigos “sin barriga” lo que, a la larga, puede generar casos de aislamiento social y bullying por parte del resto de niños.
La solución no parece inmediata, y se tendría que empezar a trabajar desde las capas más iniciales de la sociedad, esto es, desde las edades tempranas de los niños. Solamente haciéndoles ver desde pequeños que no hay que marginar a nadie por razón de su peso, color, orientación sexual, religiosa, etc., se podrá erradicar un problema que, hoy en día, es común en los colegios de todo el mundo.