"En primer lugar ocurre porque se suelen buscar dietas rápidas sin revisión por parte de un especialista como suele suceder antes de la llegada del verano. También porque el deseo imperioso de estar delgada en verano, propiciado por las modas y por la competencia entre jóvenes, alimenta la urgencia de perder peso sin control de la salud", explica la Dra. Marina Díaz Marsá, Directora de la Clínica Sommos Desarrollo Personal y asesora en trastornos de la alimentación de la Unidad de personalidad y Comportamiento del Hospital Ruber Juan Bravo-Grupo Quirón salud.

"Cuando este ‘reto’ se instaura en la mente de los jóvenes y al principio propicia pérdidas de peso gratificantes y existe una predisposición genética a estos trastornos, se puede empezar a caer en ellos sin plena consciencia, pero el primer paso ya se ha dado", explica la doctora.

Es importante reconocer la diferencia entre una dieta y una tendencia marcada por los tiempos que manejan muchas revistas y programas de moda. Seguir las pautas que se marcan desde el papel couché nos puede llevar a convertir la pérdida de kilos en una guerra contrarreloj, en una competitividad excesiva por conseguir el cuerpo diez que prometen y con ello un problema de salud.

Como insiste la especialista "cuando hacer dieta se basa en un régimen estudiado y aconsejado por un especialista que vela ante todo por imponer hábitos de vida saludables y proteger la salud no tiene porque existir un problema, pero cuando la dieta se empieza a convertir en una obsesión, cuando se realizan hábitos insanos como saltarse comidas, se vomita, se usan laxantes, aparece la obsesión con el deporte o contar constantemente las calorías, entre otros, y, además, existen ciertos factores de riesgo como la inseguridad, la falta de autoestima o la búsqueda de perfección estamos ante el caldo de cultivo de un trastorno de la alimentación".

La línea que separa hacer una dieta de un problema mayor es muy delgada. Sin embargo, existe un perfil tipo de riesgo, de personas más propensas a sufrir estos trastornos por culpa de estas "operaciones rápidas" de pérdida de peso.

Normalmente son del sexo femenino, entre los 12 y 25 años, perfeccionistas, brillantes en los estudios y responsables, de clase media-alta, aunque "hoy los trastornos de la alimentación se han saltado las barreras sociales e, incluso, las fronteras de la adolescencia. La anorexia se ha universalizado. Ahora afecta a todas las clases sociales y se presenta también en casos de personas que sobrepasan la treintena", advierte la experta.

Bulimia, anorexia...son trastornos derivados, hasta el punto de que aquellos que hacen dietas estrictas tienen 18 veces más posibilidades de sufrir este tipo de problemas de salud.

Debemos estar alertas y muy atentos a aquellos signos que pueden delatar que la Operación Bikini ha dejado de ser un simple plan que nos reconcilie con la báscula.

"Cuando se empieza a hablar constantemente de la comida, se rehúsa a comer en familia con excusas como dolores o falta de apetito, si el humor cambia, si se acude al baño de forma constante cada vez que se come, si destroza la comida en el plato, cuando la pérdida de peso empieza a ser evidente, hay obsesión por el deporte, aparece el insomnio, entre otros factores", son señales significativas, avisa la Dra. Díaz Marsá.

Para escapar del peligro lo adecuado es mantener todo el año una dieta sana y equilibrada, ayudada de la práctica de deporte. Así ya no habrá necesidad de operaciones pre-playa.