Seguro que lo has visto más de una vez: dietas que supuestamente son más eficaces porque se basan en la información genética que ofrecen los análisis de sangre. Suena de lo más científico, pero… ¿realmente sirven para algo? La respuesta parece ser que no. Al menos, así se desprende de un nuevo estudio publicado en Jama (Journal of American Medical Association) y realizado por la Universidad de Standford (EEUU) junto a otros centros de investigación, hace un llamamiento a la cautela.

La investigación realizada por el prestigioso centro pretendía evaluar, en 609 adultos con sobrepeso de entre 18 y 50 años, los efectos de una dieta de bajo contenido de carbohidratos por un lado, y de grasas, por otro, además de verificar si, como sugerían otros estudios precedentes, la presencia de variaciones genéticas podía suponer un mayor éxito de una dieta frente a otra.

El experimento

Los investigadores separaron a los participantes en dos grupos: uno de ellos hizo una dieta baja en grasa, y los otros una dieta baja en carbohidratos. Las personas se asignaron a los grupos al azar. Posteriormente realizaron a estas personas un análisis de sangre con los que intentaron predecir si una u otra dieta iba a funcionar o no. Sin embargo, los dos grupos perdieron peso, de media cinco kilos para el grupo bajo en grasas y seis, para los del bajo en carbohidratos. Sin embargo, no pudieron predecir en qué individuos iba a funcionar mejor una dieta que otra, los resultados fueron distintos en cada caso, sin importar cuál era su predisposición genética.

"No hubo una diferencia significativa en el cambio de peso entre los participantes emparejados vs. los no coincidentes con su asignación de dieta", escriben los investigadores. "Tampoco hubo interacción ADN-dieta para la circunferencia de la cintura, el índice de masa corporal o el porcentaje de grasa corporal".

Por tanto, los resultados subrayan "cómo, para la mayoría de la gente, conocer la información de riesgo genético no tiene un gran impacto", explica Timothy Caulfield, de la Universidad de Alberta, muy crítico con lo que él denomina "charlatanería". "Sabemos que la pérdida de peso es dura y la pérdida de peso sostenida es aún más difícil. La genética es relevante, pero parece muy poco probable que el suministro de información de riesgo genético sea la fórmula mágica que solucionará este complejo problema".