El equilibrio es una parte muy importante de nuestro entrenamiento aunque lo dejemos casi siempre de lado en las rutinas fitness. Sin embargo, está demostrado que tener un buen equilibrio permite sufrir menos lesiones y también es muy beneficioso para que las personas adultas se caigan menos y, por tanto, tengan menos problemas de lesiones que, a su edad, pueden ser más graves.

De hecho, se puede ver la importancia que tiene el equilibrio cuando, justo después de una lesión, y para recuperar las zonas afectadas y fortalecerlas, los fisioterapeutas te recomiendan realizar ejercicios de propiocepción; es decir, de equilibrios.

Por ejemplo, un ejercicio que casi siempre te van a recomendar cuando has tenido un esguince de tobillo es ponerte a la pata coja y mantener el equilibrio de manera normal, echando después el cuerpo hacia adelante, con los ojos cerrados o encima de un bosu. Es de las mejores maneras de fortalecer los músculos y evitar posibles recaídas de esas lesiones.

Sin embargo, mejorar el equilibrio no es únicamente importante para no caerte, también tiene otra serie de beneficios para tu organismo: mejora la fuerza, la resistencia, la flexibilidad, la potencia y la coordinación, y te permitirá hacer ejercicios que luego te repercutirán en otros beneficios, como las sentadillas o los ejercicios de TRX.

Cómo se regula el equilibrio

El equilibrio del cuerpo se basa en tres pilares básicos: oído, ojos y músculos, y cada uno es una parte fundamental para mantener nuestro equilibrio en buen estado.

1.- Oído: seguro que has leído sobre ello, aunque fuera en la época escolar. El oído está formado por tres “capas”: oído externo, medio e interno. Pues bien, es en el interno donde se encuentra el mecanismo que nos permite mantenernos equilibrados. Más concretamente en el vestíbulo, que es el órgano dentro del oído interno que registra nuestros movimientos corporales para mantener el equilibrio.

2.- Ojos: el nervio óptico tiene mucho que decir también a la hora de trabajar el equilibrio, y es que el cerebro usa las señales de lo que estamos viendo para crear imágenes visuales y ubicarse en un espacio físico.

3.- Músculos y tendones: por último, los músculos y los tendones poseen receptores en su interior que le dicen al cerebro si en ese momento está estirado o acortado y, con esa información, el cerebro puede interpretar la posición en la que se encuentra el cuerpo si el oído o el nervio óptico están no disponibles en ese momento o de manera permanente.

Es por eso que sea tan importante trabajar el equilibrio también de manera física. Aquí podéis ver un par de vídeos en los que os mostramos ejercicios sencillos para trabajarlo sin sufrir demasiado.