Intentando averiguar cuáles son los productos más convenientes para echar en nuestro carrito de la compra, me topé en internet con “El árbol de las distinciones para saber qué es comida de lo que no lo es”.
En resumen, como dice el autor, come lo que tu abuela comería. Seguramente, tu abuela es de esa abuelas que van al mercado y que llenan su carro de la compra, sí ese que llevan de casa, de productos frescos, naturales y sin envasar.
Aprende a comer
Esta idea de comer lo que comían nuestros abuelos o bisabuelos viene de Michael Pollan, un escritor y activista estadounidense, que ha escrito libros como “El detective en el supermercado”, “Saber comer: 64 reglas básicas para aprender a comer”, entre muchos otros.
Pollan explica que realmente hemos “perdido la pista” de saber de dónde viene la comida que consumimos y agrega que “hace 75 años no podías vender un libro sobre esto porque todo el mundo sabía de dónde procedían los alimentos que comían”. Entre esas reglas básicas se encuentran algunas como:
1.- Si viene de una planta, cómelo. Si está hecho en una planta, no lo comas.
2.- No comas nada que no se pudra. De hecho, la fotógrafa estadounidense Sally Davis compró en 2010 una hamburguesa y unas patatas del McDonalds y, cinco años más tarde, no notó ninguna señal de descomposión, aunque “estaban duras como piedras y olían a plástico”, explica.
3.- Come lo que quieras, pero cocínalo tú. Lo importante no son necesariamente los nutrientes, buenos o malos, con más o menos calorías, sino que lo que hace que una dieta sea saludable es que haya sido cocinado por un ser humano y no por una compañía.
Los países que mantienen una cocina más tradicional son los que tienen una tasa de obesidad más baja. En una entrevista para El Mundo, Pollan indicaba que hay que comer como siempre lo ha hecho los franceses, los italianos o los griegos, antes del boom de los restaurantes fast food. Sobre la comida española agrega que “los españoles comen demasiada carne, casi tanta como los americanos, el equivalente a seis jamones al año".
4.- Compra en mercados tradicionales en vez de en supermercados.
5.- Hazte flexitariano: se trata de comer carne dos veces a la semana, como un plato especial, y consumir una gran variedad de frutas y verduras.
6.- No comas hasta reventar. Pollan apunta que “el norteamericano medio ingiere 300 calorías más por cabeza que hace veinte años”.