Admítelo, con el calor agobiante del verano te permites ciertos caprichos como refrescos, snacks, batidos fríos…

Poco o nada te paras a pensar en ese momento las calorías que sin apenas ser consciente estás consumiendo, sin embargo, ¿qué ocurriría si en la etiqueta de los productos en vez de poner por ejemplo Nutella, nos encontráramos en letras grandes y llamativas: 4520 calorías? ¿O si en vez de un KFC Bucket Tenders, se pudiese leer 1440 calorías? ¿Crees que la manera de consumir los productos cambiaría?

Precisamente esta es la premisa de la que parten los diseñadores de la Ad School de Miami,  Rodrigo Domínguez (español) y Alessia Mordini (Italiana).

Y es que, en un mundo en el que las marcas cuidan detalladamente sus nombres y su diseño con el fin de hacerlas más atractivas sobre sus competidoras, estos creativos han decidido darles una vuelta de tuerca con el fin de que el consumidor tome mayor conciencia de aquello que ingiere.

People love or hate this jar. We wish you all hate it... #caloriebrands #fitforsummer #design #brands #calories #marmite #uk

Una foto publicada por caloriebrands (@caloriebrands) el 6 de Jul de 2016 a la(s) 2:49 PDT

Y es que, reconozcámoslo, pese a que el verano es la época estrella para cuidarse, también los es para caer en la tentación: cuando calor aprieta, renunciar a bebidas refrigeradas, refrescos… resulta complicado, y eso pese al enorme aporte calórico que éstas contienen.

Por ello, los diseñadores han imaginado un mundo en el que los nombres de los productos son sustituidos por el aporte calórico de estos.

Así, snacks, dulces, helados, refrescos… en los que por lo general su aporte calórico se reserva a una tipografía minúscula en el lugar más oculto del envase, conquistan el centro de sus etiquetas, poniendo en guardia al consumidor sobre los peligros de una alimentación excesivamente calórica. El proyecto, que ha visto la luz en la red social instagram, se denomina Calorie Brands.

“Comenzamos a reflexionar en torno a los problemas relacionados con la comida basura, a los intereses comunes que existen para conseguir una alimentación sana como son  el bienestar físico y la mejora del aspecto. A menudo los productos que encontramos en los supermercados especifican solo en parte las calorías, en una pequeña nota en la parte trasera de la confección y muchas veces es complicado hacer un cálculo de cuánto es el aporte calórico completo de un producto. Por ello, decidimos llevar a cabo una pequeña revolución en el diseño de las etiquetas: pensamos que podría ayudar a que los consumidores afrontaran de manera más consciente el tema de la alimentación”, señala Mordini a wired.

Así que ya sabes, antes de que te lances a disfrutar de la enésima cerveza en el chiringuito de la playa, recuerda que con ella estás ingiriendo 144 calorías, por no hablar de las 260 del Magnum Double Caramel que estás por enviar directamente a las cartucheras.