Sin embargo, ¡sorpresa!, resulta que la ciudad donde vives se encuentra con un protocolo activado por alta contaminación que, entre otras medidas de mayor o menor eficacia, invita a no hacer deporte al aire libre. ¡Cáspitas! Aun así, sales, y cuando vuelves te sientes genial por el ejercicio que has hecho y los beneficios que ha obtenido tu organismo.
Pero no es así del todo. Un grupo de científicos han estudiado la relación que hay entre la contaminación en el aire de las ciudades con los beneficios para la salud de adultos de más de 60 años, y los resultados que han publicado en The Lancet no son nada halagüeños.
La conclusión principal del estudio muestra que las exposiciones, aunque sean cortas, a los gases procedentes de los coches pueden cancelar los efectos positivos que el ejercicio hubiera podido provocar en el corazón y los pulmones de este tipo de corredores de más de 60 años.
Y esto es especialmente llamativo porque es una conclusión nueva. En otros estudios se habían visto los efectos negativos en personas con problemas cardiovasculares o respiratorios, pero no en individuos sanos, como ha sido este caso. Este hecho, a juicio de Jim Zhang, profesor principal del estudio, es una muestra más de la “estricta necesidad de mejorar los límites de calidad del aire o las medidas de control del tráfico en las ciudades”.
Además, en este estudio también han estudiado a voluntarios que caminaban durante dos horas en ciudades grandes, lejos de la exposición directa del humo de los coches, y la experiencia mejoraba sustancialmente, por lo que el doctor Zhang recomienda encarecidamente que las personas se alejen del centro de las urbes para realizar deporte.
En concreto, el estudio se lo realizaron a 119 voluntarios de más de 60 años que estaban sanos, y tuvieron que caminar durante dos horas al mediodía por lugares emblemáticos de Londres: Hyde Park o una de las calles cercanas a Oxford Street, una de las más contaminadas de la ciudad con multitud de partículas cancerígenas por el aire.
Tras pasear y correr por esos lugares, los participantes fueron examinados exhaustivamente midiendo la capacidad pulmonar, la presión de la sangre así como el estado de las arterias.
Si los participantes corrían por Hyde Park, la capacidad pulmonar mejoraba bastante durante la siguiente hora y se mantenía al menos 24 horas más. Si por el contrario lo hacían por Oxford Street, no había casi mejora pulmonar al principio y al cabo de 24 horas era nula.
Los valores de rigidez arterial también se veían alterados cuando se movían por un sitio u otro de la ciudad. Cuando iban por Oxford Street, esa rigidez aumentaba hasta un 16%, lo que da muestra de lo problemático que es la contaminación en las ciudades también cuando salimos a hacer deporte.