Aunque pueda sonar raro es algo más común de lo que parece. Muchos runners no entienden por qué se estancan o no consiguen adelgazar si se matan a correr varios días a la semana. Parece una paradoja.

Hasta tal punto que llegan a cuestionarse si merece la pena seguir practicando running ‘para nada’. En definitiva, uno de los objetivos principales de la mayoría de corredores y corredoras es bajar esos kilos de más que se van acumulando en el cuerpo y que dan lugar a los antiestéticos michelines.

La historia se repite una y otra vez en el mundillo del running. Casi todo lo que haces durante las sesiones de entrenamiento está bien, pero no eres consciente de que estás cometiendo algunos pequeños errores que te están lastrando y a la postre son los culpables de que no puedas adelgazar.

Tu entrenamiento es como el Día de la Marmota

La naturaleza es sabia y tu cuerpo también. Si haces siempre lo mismo tu metabolismo se acaba adaptando a la rutina. En otras palabras, se acomoda a lo que ya conoce y como consecuencia quemas un menor número de calorías. Por esta sencilla pero poderosa razón es fundamental que introduzcas distintas variantes cuando salgas a correr. Prueba con los cambios de ritmo, realiza sprints, fartleks, sube y baja cuestas, etc.

Te atiborras en la cena

Una costumbre muy poco saludable, pero desgraciadamente muy extendida. El epicentro de este error comienza por la mañana durante el desayuno, el cual se tiende a infravalorarlo, cuando debería ser todo lo contrario: la comida más fuerte del día.

Si a ello le añadimos que el almuerzo del mediodía tampoco es de mucho fuste debido a las exigencias laborales y, como colofón vespertino, te metes tu dosis diaria de kilómetros…el resultado es que llegada la hora de cenar tienes más hambre que el perro del afilador. A continuación: atracón a la nevera y calorías a tutiplén antes de irte a la cama.

Finde destroyer

Empiezas el ‘juernes’ con unas birras y tapas para desconectar un poco de la rutina semanal del curro. Continúas el finde bebiendo más cervezas, entre medidas picoteas ‘fast food’ y para acabar a lo grande unos cuantos cubalibres. Lo das todo y más.

Total, lo que entra por un lado, sale por el otro porque lo compensas corriendo el resto de la semana. Error y de los gordos. Bastan 48 horas de descontrol para tirar por la borda todo lo que has ido consiguiendo a base de sacrificio y esfuerzo los días anteriores. El recuento, al final del domingo, es que has ingerido más calorías de las que necesitas.

No todo en la vida es correr

Sabemos de sobra que te encanta dar zancadas por el gris asfalto, pero salir de vez en cuando de tu zona de confort a nivel deportivo te ayudará a quemar más grasa y adelgazarás. Practica otros deportes diferentes al running. Algún día de la semana prueba a zambullirte en el agua de la piscina y nada unos cuantos largos. O tal vez prefieras coger tu bicicleta y hacer unas decenas de kilómetros sobre dos ruedas. Otra magnífica alternativa es acudir algún día al gimnasio para ejercitarte con las máquinas del diablo o bien adentrarte en el mundillo del crossfit. El truco consiste en alternar y complementar distintas actividades deportivas.