Hace un par de semanas tuve la oportunidad de participar en una bonita a la par que dura carrera de montaña. Durante el transcurso de la carrera, una amiga y yo fuimos entre los últimos puestos. En la parte final nos adelantaron varios corredores y nos vimos relegados a los dos últimos lugares. Era la primera vez que me pasaba.

Unos kilómetros antes de llegar a la meta, Susana y yo nos miramos y nos empezamos a reír. ¡Íbamos a llegar los últimos! Realmente para nosotros no era un motivo de vergüenza sino todo lo contrario. Bastante era que habíamos podido acabar la carrera. Pero este hecho nos hizo reflexionar mientras nos acercábamos a la meta. ¿Qué pasa con los que llegan últimos en las carreras?

Es muy posible, es más, estoy seguro, que hay un buen número de corredores que menosprecian a esos compañeros que cierran habitualmente las carreras, que corren a un ritmo que a veces es poco más que andar rápido o cuyos cuerpos no son todo lo estéticos que estos 'corredores élite' creen que deberían ser.

¿Pero realmente qué sabéis o sabemos de ellos? ¿Tenemos acaso la más mínima idea de lo que les supone poder estar participando en esa carrera? ¿Somos conscientes del esfuerzo que les ha supuesto llegar hasta ahí? ¿Conocemos cuál es su situación personal, de salud o incluso anímica?

Puede que sea su primera carrera, o que estén saliendo de una lesión, es posible que esté teniendo un mal día (como todos hemos tenido) o incluso es probable que hoy esté dando lo mejor de sí mismo y superando sus limitaciones y llegando hasta un punto donde no había llegado nunca antes.

Por eso, yo, antes de juzgar o prejuzgar, prefiero pensar en el mérito que tiene hacer lo que hacen (o hacemos). Ponerse unas zapatillas un domingo cualquiera en una carrera cualquiera y sin importarles lo que piensen o dirán los demás, salir a disfrutar de este maravilloso deporte.

Y si con lo que hacen, aunque sea llegando los últimos, disfrutan y se van satisfechos a casa, eso ya será mucho más de lo que harán cientos de corredores que hayan entrado en meta antes que ellos. Esos que se frustran por los segundos perdidos en el kilómetro 6 o los que se quejan porque su GPS cuenta 100 metros de más y por eso no han hecho MMP.

Así que amigos corredores, recordad que para que unos lleguen primero, otros tienen que llegar últimos. Y no son peores corredores que vosotros, de ningún modo. Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestro mérito al enfrentarnos a una carrera. Seamos capaces de ver más allá de una marca en un reloj, de un cuerpo más o menos estético o de una antigüedad corriendo. Respetemos e intentemos empatizar, aunque nos cueste.

Yo desde aquí rompo una lanza por los últimos de la fila y les digo que nunca dejen de hacer aquello que les hace felices.