Huelga decir que no se trata de la pérdida de peso que llevamos a cabo de manera intencionada cuando nos ponemos a dieta o empezamos a hacer deporte para estar a tono, sino de la disminución de kilos sin que estemos haciendo nada para ellos.

En este estudio, publicado en el British Journal of General Practice, se concluyen que esta pérdida de peso accidental es el segundo factor de riesgo para un cáncer colorrectal, de pulmones, de páncreas o de los riñones.

Para llegar a este resultado, los investigadores analizaron los resultados de 25 estudios, incorporando datos de más de 11,5 millones de pacientes en total y encontrando una relación con hasta diez tipos de cáncer. En los análisis vieron que las personas mayores de 60 años el riesgo aumentaba aún más, llegando hasta el 6,7% en mujeres y el 14,2% en hombres.

Para Brian Nicholson, principal autor del estudio en la Universidad de Oxford, “es posible que haya doctores que no sean especialistas y que no reconozcan estos tipos de pérdida de peso como un síntoma potencial de cáncer y lo omitan de su diagnóstico antes de que ocurran otros síntomas”, lo que da muestra de la importancia de que la plantilla médica sepa de la importancia que ese tipo de pérdida de kilos puede tener, sobre todo a una determinada edad.

Según otro de los autores del estudio, Richard Roope, “los médicos de cabecera deben de estar siempre vigilantes cuando un paciente muestra cualquier síntoma que pueda indicar que tiene cáncer, incluido la pérdida de peso inexplicable”.

Con todo ello, las conclusiones a las que han llegado en esta investigación son muy importantes, toda vez que pueden salvar vidas y anticiparse a problemas mayores derivados de unas fases de cáncer más desarrolladas.

“Siempre hemos sabido de una manera o de otra que la pérdida de peso no planificada podría representar un síntoma de cáncer, pero con este estudio ponemos todas las evidencias juntas y demostramos sin ninguna duda que la prevención es básica para salvar vidas del cáncer”, explicó el otro autor del estudio, Willie Hamilton, de la Universidad de Exeter.