Puede que alguna vez te haya pasado: estás realizando un esfuerzo y de repente... ¡el músculo empieza a temblar! No te asustes porque la mayoría de las veces no supone nada grave, pero conviene que tengas en cuenta algunos aspectos como la alimentación o no sobrecargarlo.

Según los expertos, los temblores musculares durante el ejercicio se pueden producir por distintos motivos y pueden variar en intensidad. Repasamos algunas de las causas más comunes:

El 'tumbing'

Si eres de los que no hace ejercicio con demasiada asiduidad y un día decides ponerte a ello, es posible que veas cómo el músculo te responde temblando. El motivo es la llamada “coordinación nerviosa intramuscular”, que supone que cuando hacemos un ejercicio nuestros nervios se comunican con nuestros músculos para contraerse.

En una persona que entrena con regularidad esa señal estará sincronizada, por lo que las fibras se contraerán al mismo tiempo. Sin embargo, en una persona poco entrenada esa señal llegará desincronizada al músculo, lo que provocará el temblor.

A medida que vayas mejorando de forma física, tu cuerpo dejará de temblar, ahora bien, hazlo poco a poco y si notas los temblores reduce la intensidad de tu ejercicio.

¡Azúuuuuuucar!

La gasolina de tu cuerpo es la glucosa y si no cuenta con ésta no puede funcionar correctamente. El temblor es una manifestación frecuente de un bajo nivel de azúcar en sangre, denominado hipoglucemia.

Por ejemplo, si te has saltado una comida o no comes lo suficiente, tu cuerpo puede estar necesitado de glucosa. La hipoglucemia también se produce en diabéticos que usan demasiada insulina. Otros síntomas de ésta pueden ser mareos, dificultad para pensar, fatiga, hambre… La hipoglucemia se puede evitar ingiriendo alimentos al menos de 2 a 4 horas antes de tu ejercicio.

¿Has bebido?

La deshidratación puede hacer que tu organismo tiemble, ya que el agua es necesaria para la contracción muscular, principalmente porque ayuda a mantener en equilibrio los electrolitos. Éstos son minerales que se encuentran en los líquidos del cuerpo como la sangre y la orina y que tienen carga eléctrica.

Mantener el equilibrio adecuado de electrolitos ayuda a la química sanguínea, acción muscular y otros procesos del organismo. Beber agua te puede ayudar a evitar la deshidratación y el temblor, ahora bien, evita un consumo excesivo porque te puede llevar al extremo opuesto.

Las causas que hemos visto son las más comunes, pero ten en cuenta que puede haber otras como, por ejemplo, si estás tomando algún medicamento, ya que puede ser un efecto de éste.

Asimismo, el temblor también puede ser provocado por problemas de tiroides, alcoholismo, enfermedad de Parkinson... Si continúas sufriéndolo mientras haces ejercicio, a pesar de tomar medidas,  ¿a qué esperas? ¡Consulta con tu médico!