180 segundos. Lo que tardas en bajar a comprar el pan a la panadería de la esquina o llegar hasta donde tengas aparcado el coche (en el mejor de los casos). Tan solo valen 180 segundos para ponerse en forma, según el fisioterapeuta australiano Kusal Goonewardena.

Su teoría se basa en que el ejercicio intenso, en un corto periodo de tiempo, puede aportarte los mismos beneficios que media hora de ejercicio moderado en el gimnasio, que es lo que la Organización Mundial de la Salud recomienda hacer diariamente.

Según Goonewardena, que trabaja regularmente con los atletas olímpicos australianos en la Universidad de Melbourne, puedes llegar al 85% de tu capacidad máxima haciendo ejercicios tan sencillos como saltar, correr o haciendo Jumping Jacks.

La idea va más allá de los tres minutos: si empiezas haciendo tres minutos y llegas a esos niveles máximos, al final tu cuerpo te va a pedir más entrenamiento durante más tiempo, por lo que acabarás dándoselo y harás tiradas más largas y menos intensas según vayas mejorando tu capacidad física.

Además, si eres una persona que ha sido sedentaria durante toda la vida, el moverte durante solo 180 segundos cada día de una manera intensa ya será todo un logro que podrás contar a tus nietos: “empecé entrenando solo tres minutos al día y acabé convertido en una estrella del fitness en Instagram, un álbum de fotografías online que había antiguamente”. ¿Te imaginas?

Todos estos ejercicios de alta intensidad, pero de corta duración son los que se han venido a denominar como HIIT, de los que ya hemos hablado aquí largo y tendido. De hecho, puedes ver incluso un vídeo de cómo realizar este tipo de entrenamiento:

Con este tipo de entrenamientos se ha demostrado que ayuda a perder peso, acelera tu metabolismo y mantiene tu cuerpo quemando grasa hasta 24 horas después de que hayas terminado de hacer ejercicio.