A veces deseamos aparcar las ensaladas, el pollo a la plancha solitario, la pasta integral y los serios salteados de verduras porque lo que de verdad nos apetece es comernos un buen bocadillo. Pero claro, nos pasa lo de siempre... Otra vez esa alarma que salta en nuestro interior: “¡No, un bocata no, que eso engorda!”.

Agachamos la cabeza y abortamos misión. Pero el pensamiento es recurrente y siempre vuelve: “Bocata, bocata, bocata...”. ¿Qué hacemos? ¿De verdad un bocadillo va a estropear nuestra dieta? Desterramos ese falso mito y te contamos cómo hacerte un buen bocata fit en 4 cómodos pasos.

Elige bien el pan

Que lo importante está en el interior es verdad, pero un bocadillo no sería lo que es si no fuese por las dos rebanadas de pan que lo forman. Olvida los prejuicios, el pan puede ser tu amigo si lo consumes con moderación y eliges que sea integral.

Aunque tienen prácticamente la misma cantidad de calorías, nutricionalmente el pan integral aporta muchos más beneficios que el blanco y es un aliado contra el aumento de peso. Está hecho con harinas sin refinar, por lo que tiene tres veces más fibra y eso es algo que viene muy bien para sentirse saciado antes. Su alto contenido en fibra ayuda a regular el tránsito intestinal, así que hace sentirse más ligeros.

Piensa que la belleza está en el interior

La pechuga de pollo es todo un clásico con el que estás más que familirializado. Inclúyelo en tu bocadillo y seguirás disfrutando de una gran fuente de proteínas libre de grasas. Quizás sientas que estás pecando por incluirlo entre rebanada y rebanada de esa cosa llamada pan de cuyo sabor ya ni te acordabas. ¡Relájate y disfrútalo!

No solo de pollo vive el hombre ni se rellenan los bocatas. El jamón serrano es una de las mejores opciones a la hora de prepararnos uno. Es muy sabroso y, además de ser rico en proteínas, el jamón serrano aporta fósforo, magnesio y hierro.

Quizás lo peor que tenga este delicioso manjar es que contiene demasiada sal, y ya sabemos las consecuencias que eso tiene para la retención de líquidos. Acuérdate de quitar la grasa que pueda haber alrededor de las lonchas y te asegurarás un bocadillo 100% fit.

Si te va más el pescado que la carne, no des la lata, ¡mejor ábrete una de atún! Es uno de los pescados que más proteínas contiene y es rico en ácidos grasos omega-3, que ayudan a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos. Lo hay en aceite de oliva o de girasol, pero si le pones a tu bocadillo una lata de atún al natural, te estarás haciendo un auténtico manjar bajo en grasas.

Escoge buena compañía

Ponle algún complemento a tu bocadillo. No te cortes. Se puede estar como un queso comiendo queso. Seguro que te puedes permitir un semicurado bajo en grasa si lo añades con moderación, que te aportará calcio y proteínas.

Y como los clásicos nunca fallan, te recomendamos que también apuestes por la lechuga y el tomate para que los vegetales ricos en vitaminas hagan de tu bocadillo un menú de lo más sano. ¿Te atreves con más? Si no vas a besar a nadie después de comerte el bocata, incluye unas rodajas de cebolla que le darán vida y que pegan prácticamente con todo.

Huye del pringue

Ya, ya... sabemos que la cosa puede quedar un poco seca, pero cuidado, no vayas a estropearlo todo ahora que has llegado hasta aquí. Opta por echar sobre el pan unas gotitas de aceite de oliva en lugar de mantequilla, ya que, aunque ambos tienen un contenido calórico parecido, esta última contiene más grasas saturadas.

Si quieres dar un paso más allá y acompañar tu bocadillo de pechuga de pollo con alguna salsa, huye despavorido de la mayonesa y decántate por el ketchup o la mostaza que, al contrario que esta, apenas tienen grasa y también aportan menos calorías.

Como ves, ya es hora de retomar el contacto con el panadero de tu barrio. Abre las puertas de tu casa a esa barra calentita y saca del cajón el papel de aluminio. La revolución del bocata fit ha llegado para quedarse en tu dieta.