Tranquilos, no vamos a hablar de una nueva moda paranoica que consista en comer, literalmente, comida por los ojos. Se podría decir que “comer por los ojos” ha pasado de ser una expresión a una verdad como una catedral.

Si echamos un vistazo rápido en el supermercado, cientos de productos intentan llamar nuestra atención desde las estanterías con envoltorios y colores llamativos.

Las empresas cuidan el aspecto tanto del embalaje hasta el color y forma del alimento porque saben de “la importancia del factor visual y lo explota a su favor”, apunta Elisa Markhoff, especialista en psicología de la nutrición e imagen corporal, autora y periodista.

Si nos fijamos, “las compañías alimenticias invierten mucho dinero en publicidades que resaltan este aspecto”, continua Markhoff.

Como ya hemos comentado en otros artículos, la industria utiliza ingredientes aditivos para dotar a los alimentos de olores, sabores y colores que llamen nuestra atención con el objetivo de comprarlos y repetir.

Antes “se añadían nutrientes adicionales para lograr un aporte mayor del mismo en una dieta” pero, actualmente, “se añaden otros nutrientes no característicos del propio alimento o de sustancias no nutritivas”, señala Carlos Arpe muñoz, miembro del comité de la SEDCA, para el informe público “Nuevos alimentos para nuevas necesidades

Food porn

No nos tenemos que ir a un supermercado para saber que la comida tiene que entrar por los ojos.

Actualmente hay cientos de cuentas en las redes sociales y casi 100 millones de fotografías en Instagram que recogen el fenómeno Food Porn, o como un alimento puede provocar un placer visual incluso aunque no lo consumamos.

Digamos que es algo así como convertir la comida en verdaderas obras de arte que, al menos a la vista, la hacen irresistible.

Elaboración de platos atractivos

Para hacer que un plato sea atractivo hay que tener en cuenta varios factores ya que dependiendo de la edad y del conocimiento de la persona, se jugará con unos u otros ingredientes.

Markhoff pone un ejemplo muy claro: un niño pequeño puede sentirse atraído por una gelatina de color azul, pero un adulto puede sentir rechazo por ese mismo producto.

“Lo importante es buscar un balance de colores y texturas, pues las texturas invocan sabor”, agrega la experta en psicología de la nutrición.

El ejemplo más claro lo vemos en las ensaladas que, para hacer que sean más llamativas, consistentes y sabrosas, lo ideal es añadir diferentes ingredientes que hagan de una simple ensalada, un plato atractivo.

Otros ejemplos que cita Markhoff son: si se cocina una pasta con salsa blanca, agregar un elemento de color como ser perejil picado; si hacemos un puré, acompañarlo de otro alimento con consistencia sólida o crocante, y de otro color.

Aunque añade que “no recomiendo poner demasiados elementos, pues podemos crear fatiga visual o confusión, lo cual es el efecto contrario a lo que estamos buscando”.