Puede que ya lo hayas notado o que prefieras no pensarlo mucho pese a las alertas de tu báscula, pero… el invierno es un buen amigo a la hora de sumarte kilos o al menos, esa es la teoría que el reputado entrenador personal Jonathan Ross ha hecho en Men's Journal .

Si eres reticente a creer que sea así, a continuación te damos las ocho razones que enumera el experto, veamos si eres capaz de rebatirlas…

Se necesita mucho ánimo para salir de casa

Venga, admítelo, más de una vez has renunciado a tu rutina de ejercicios porque cualquier cosa te parecía mucho más apetecible que poner un pie en las gélidas calles.

Además, buscando excusas del tipo: “A ver si con la tontería me voy a resfriar”, o “hacer deporte con este aire tan frío no puede ser bueno”, consigues quedarte en casa sin ningún tipo de remordimiento.

¡Pues no! ¡Oh! ¡Sorpresa! Resulta que hay prendas térmicas adaptadas para el ejercicio que puedes utilizar y que a no ser que estés en la cumbre del Everest, te pueden ser de gran ayuda. “Tu cuerpo te agradecerá la salida al aire libre”, asegura Ross.

Menos horas de luz

Vale, es verdad, hay menos horas de luz, exactamente 9 horas y 32 minutos y esto resta motivación. El hecho de que cuando salgas de trabajar ya sea de noche lo único que consigue es que tu único pensamiento se encamine a ir a casa a relajarte en el sofá, pensando que el día ha acabado. ¡Pero no es así!

Todavía quedan horas por delante y ¿por qué no emplearlas en moverte un poco? “Si sientes que la oscuridad te genera angustia, consulta con un personal médico que te pueda ayudar.

Pero si la razón es que la oscuridad te disuade por la baja visibilidad, ve por zonas donde haya farolas y vuelve ahí fuera”, anima el experto.

Gimnasios masificados

Tenemos una mala noticia, hay muchos como tú que han decidido cambiar su rutina al aire libre para meterse en el gimnasio durante los meses fríos.

Así que sí, es muy probable que cuando salgas de trabajar lleno de buenos propósitos, llegues a tu lugar de entrenamiento y descubras que está lleno. ¡No es una excusa! Puede que no disfrutes tanto como en otras ocasiones, pero piensa cuál es la otra opción: comprarte pantalones nuevos.

Cuando no hay sol, comes más dulces (y esto está científicamente comprobado)

Cualquier momento es bueno para echar mano a un pastelito, una barrita de chocolate, un polvorón... Durante los meses fríos nos apetecen más este tipo de alimentos dulces, según asegura este estudio. ¿Realmente merece la pena?

No se trata de que dejes de ingerirlos por completo, pero con un control. Según el entrenador, la solución es limitar el azúcar “definiendo unos parámetros”. “Haz una lista de tus dos o cuatro cosas favoritas que realmente disfrutas comiendo y limítate sólo a eso”.

Haces viajes largos

En esta época del año se hacen viajes que por lo general son bastante más sedentarios que los que realizas en verano. Las bajas temperaturas pueden provocar que te apalanques en el hotel, o que cada dos pasos decidas entrar en el bar a disfrutar de distintos aperitivos.

Sin darte cuenta, estás sumando grasa a tu organismo. ¿La solución? Recuerda que cada paso cuenta, igual que cada caloría. Da paseos, sube a la habitación del hotel por las escaleras, alquila bicicletas...

Las charlas con tu cuñado

Política, las notas de tus hijos, su educación... cada conversación que se saca durante las fiestas navideñas puede ser todavía peor y más estresante que la anterior. Sobre todo, si tu cuñado está ahí dándote lecciones magistrales de cada asunto.

Ese estrés lo único que genera es que liberes cortisol, una hormona que aumenta el apetito, según un estudio de la Harvard Medical School. ¿Qué hacer? Nadie te va a cambiar a la familia, pero después de una noche estresante sí puedes emplear la mañana para despejar tu mente haciendo un poco de ejercicio.

Cuando tú eres el anfitrión, te vuelves más indulgente

Durante las Navidades son comunes las visitas familiares a casa, pero eso no significa que tengas que estar todo el tiempo pendiente de ellos. Si normalmente tienes una disciplina de ejercicio, mantenla. "No es grosero", asegura Ross.

"La gente no espera que pases las 24 horas con ellos”. Si pese a ello, te sientes mal, también puedes aprovechar para invitarles a hacer una caminata, dar un paseo o jugar un partido.

El invierno te vuelve pesimista

Días más cortos y oscuros y encima, más fríos, ¿cómo no volverse pesimista? Ese sentimiento te frena a la hora de salir a practicar un poco de ejercicio. ¡Pues no! "Me gusta decir que lo peor del invierno es quejarse", afirma Ross.

“El aire está más limpio, hay menos gente por las calles y por lo caminos, y eso es una oportunidad para encontrar un pasatiempo durante esta época bastante más restaurador que quedarse merendando en el sofá”.