Las vitaminas y los minerales son nutrientes que el organismo necesita para un correcto funcionamiento y que deberían proceder únicamente de los alimentos que ingerimos. Sin embargo, es de lo más común tener en casa una caja de pastillas de vitaminas a la que, de vez en cuando, echamos mano.
Según datos de International Marketing Service, en 2015 se vendieron en España 8,8 millones de pastillas de vitaminas y minerales, suponiendo una cifra de negocio para el sector de más de 133 millones de euros, muy por encima de otro tipo de pastillas como laxantes o reguladores del colesterol.
Este dato no es una tendencia aislada para España. En Estados Unidos, por ejemplo, en 2012, esta industria facturó la friolera de 32.000 millones de euros, con estudios afirmando que el 52% de la población adulta utilizó uno o más suplementos alimenticios durante ese año, un dato que, a buen seguro, ha ido creciendo en los últimos años.
Y todo ello sin una certeza clara de que estos suplementos funcionen de verdad. Según una editorial publicada en JAMA por parte de un prestigioso nutricionista, el Dr. Pieter A. Cohen, “los suplementos son esenciales para tratar las deficiencias de minerales y vitaminas del organismo; sin embargo, para la mayoría de los adultos, estos suplementos tienen un efecto ínfimo, si es que tienen alguno”.
Los especialistas en nutrición coinciden en ese punto. La idea más extendida es que los nutrientes y vitaminas que hay en las pastillas y que te cuestan un buen dinero, se pueden encontrar fácilmente en los alimentos, si sabes elegirlos bien.
Además, se corre el riesgo de estar hipersuplementado o hipervitaminado, lo que también puede suponer riesgos para la salud e incluso acelerar algunos tipos de enfermedades. Como siempre, para estos casos, lo mejor es acudir a un especialista en nutrición para que te asesore sobre cómo debes tomar suplementos, si es que te hacen falta.