Si pese a que tienes una gran fuerza voluntad siempre acabas por no resistirte a esa tableta de chocolate, al helado o a echarle un poquito más de sal a tus comidas aunque sepas que no es lo más aconsejable, te vamos a dar una excusa para que dejes de mortificarte por ello. Y es que, según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, la causa de que acabes cayendo en la tentación se encuentra en tus genes.

Para llegar a esta conclusión, la universidad madrileña analizó los genes de más de 800 adultos de ascendencia europea a los que se les realizó un cuestionario sobre sus hábitos alimenticios.

Así, pudieron comprobar cómo, por ejemplo, un mayor consumo de chocolate y un mayor tamaño de cintura se relacionaban con ciertas variantes del gen receptor de la oxitocina, la hormona del amor, encargada de los sistemas de recompensa del cerebro. Así, los niveles más bajos de oxitocina podrían aumentar los antojos de chocolate como una forma de obtener esa misma recompensa.

Asimismo, las variaciones en un gen llamado FTO, relacionado con la obesidad, estaban ligadas con la preferencia o el rechazo por los vegetales y la fibra. Los investigadores encontraron además genes específicos implicados en la ingesta de sal y grasas.

“La mayoría de las personas tienen auténticos problemas para modificar sus hábitos dietéticos, incluso en aquellas situaciones en las que saben que sería lo más adecuado para sus intereses”, apuntaba Silvia Berciano, directora de esta investigación durante las Sesiones Científicas 2017 de la Sociedad Americana de Nutrición que se celebraron el mes pasado en Chicago (EE.UU.). “El nuestro es el primer estudio en describir cómo los genes del cerebro afectan a la ingesta de alimentos y a las preferencias dietéticas de un grupo de personas sanas”.

De este modo, los resultados obtenidos podrían ayudar a establecer dietas que cubran las necesidades específicas de cada individuo y que ayuden a minimizar el riesgo de una persona en desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer.

“Nuestro estudio abre la puerta a una mejor comprensión de los comportamientos alimenticios y facilita el diseño de recomendaciones dietas personalizadas más amenas para cada individuo, lo que mejorará la adherencia y que los resultados sean más exitosos”, señala Berciano.

El próximo objetivo es realizar un estudio similar en el que se incluyan personas de todas las etnias y se evalúe la posible relación de las variantes genéticas asociadas con la ingesta de alimentos con un mayor riesgo de enfermedades o problemas de salud.

Así que ya sabes, la próxima vez que esa tableta de chocolate te tiente en el frigorífico, ya tendrás una excusa para no sentirte tan mal.