Ponte en situación, te dispones a preparar una suculenta ensalada cuando llegas a la cocina y te la encuentras totalmente desordenada: platos sin fregar, una bolsa de patatas abierta, pan de molde, los cereales del desayuno… todo ello está sobre la encimera.

Pretendes ponerte manos a la obra con tu ensalada, pero te resulta imposible no picar un par de patatas, echar mano de una rebanada de pan y añadirle un poco de queso, coger un puñadito de cereales…

¿Te resulta familiar la situación? Pues según un estudio del ‘Cornell Food and Brand Lab’, publicado en Environment and Behavior, no eres el único que sucumbe a los peligros de una cocina desordenada.

Así, según la investigación las cocinas más sucias resultaban ser también más calóricas. La causa sería que aquellos entornos más desordenados y caóticos pueden causar estrés, lo que nos conduciría a consumir alimentos que engordan más.

Para llegar a esta conclusión tomaron a 98 mujeres. A todas ellas les pidieron que esperaran durante 10 minutos en una cocina a otro compañero. En todas ellas tenían galletitas, snacks, zanahorias que podían picar si les apetecía.

La diferencia se encontraba en que la mitad de ellas esperaron en cocinas escrupulosamente limpias y ordenadas mientras la otra mitad se encontró con una estancia llena de papeles, platos sucios, el teléfono sonando… El resultado fue que en diez minutos estas últimas consumieron el doble de galletas (53 calorías más) que aquellas que se encontraban en un entorno ordenado.

De este modo, los investigadores concluyeron que, para ciertas mentalidades los entornos desorganizados pueden incitar a una sobrealimentación. “Estar en un ambiente caótico y sentir que pierdes el control es malo para las dietas. Parece que incita a la gente a pensar: ‘si todo está descontrolado, ¿por qué no lo voy a estar yo?’”, señala Lenny Vartanian, actual profesor de Psicología en la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y director del estudio.

Asimismo, los investigadores quisieron llevar a cabo otra prueba pidiendo a las participantes que antes de entrar de nuevo en una cocina caótica, anotaran algún recuerdo de un momento en el que habían estado fuera de control. A otras, sin embargo, se les pidió que escribieran sobre alguna ocasión en la que se sintieran centradas. Este último grupo tomó 100 calorías menos que el primero.

De este modo, llegaron a la conclusión de que hay un modo de no sentirnos presionados por el entorno. Descubrieron que aquellas mujeres que, antes de entrar en una cocina desordenada, se mentalizaban de que tenían la situación bajo control y de que no se sentirían afectadas por el desorden, conseguían controlarse, frente a aquellas que no se les pedía que meditaran antes de entrar.

"Aunque la meditación, como una manera de sentirse bajo control, podría ser una manera de resistir la tentación en las cocinas, es probablemente más fácil mantener nuestras cocinas recogidas y limpias", afirma el coautor del estudio, Brian Wansink, director de Cornell Food and Brand Laboratorio y autor de Slim by Design.

Pese a que en este estudio sólo se pusieron a prueba a las mujeres, Vartanian afirma: “sospecho que lo mismo sucedería con los hombres".

Así que ¿a qué esperas para ir ahora mismo a sacar brillo a tu cocina? ¡Tu dieta te lo agradecerá!