Si no quieres lamentarte por todos los kilos que has cogido cuando acaben estas fiestas, te damos un consejo, trata de hacer el menor número posible de comidas fuera de casa, y es que según numerosos estudios comer en el hogar es una manera simple y económica de conseguir que tanto tú como tu familia contéis con un metabolismo fuerte y saludable. ¿El motivo? Pues que cuando cocina uno mismo es más probable que se dejen de lado los alimentos procesados y con aditivos que no son precisamente buenos para nuestra salud.

No faltan las pruebas. Según un estudio de la Universidad de Illinois publicado por la revista Nature la comida casera nos ayuda a controlar las calorías sin necesidad de contarlas. Para llegar a esta conclusión elaboraron una investigación en la que observaron los hábitos de más de 18.000 personas.

Gracias a ella, comprobaron cómo los participantes consumían de media 190 calorías más cuando comían fuera de casa. Además, optaban por más grasas saturadas y sodio, componentes dañinos para el metabolismo que nos llevan inexorablemente a ganar peso. La mayor sorpresa de aquella investigación fue que las comidas consumidas en restaurantes contaban casi con tanta grasa e incluso más sodio que la denominada ‘fast food’.

Asimismo, según otro informe de la Universidad de Minnesota en el que controlaron el comportamiento de más de 1700 personas, aquellos que comían en casa tendían a consumir más frutas, verduras y granos integrales que los que lo hacían fuera. La misma universidad elaboró posteriormente otro informe que evaluaba los hábitos alimenticios de más de 3000 personas durante 15 años, de ellos, aquellos que consumieron comida rápida dos o más veces a la semana pesaban de media 4,5 kilos más que quienes lo hacían de manera ocasional.

Si aún así, decides salir a comer fuera, hay algunos trucos para evitar caer en la tentación: siéntate en una mesa alta y cerca de la ventana. ¿Sorprendido? Según un estudio, elaborado por Brian Wansink, director del Food and Brand Lab de la Universidad de Cornell, hacer ambas cosas te puede ayudar a comer menos y de manera más saludable.

En los experimentos de Wansink, las personas sentadas junto a las ventanas o en las mesas altas pedían alimentos más sanos y tendían a saltear el postre y el alcohol en comparación con las personas que estaban sentadas en puestos poco iluminados.

¿El motivo? Al parecer, el hecho de estar más expuesto y sentado en una posición más vertical hace que seamos más conscientes del hambre y de las elecciones de alimentos, lo que nos hace menos propensos a caer en la tentación de elegir comida menos saludable.